lunes, 22 de febrero de 2010

Pablo Neruda

Neruda
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Deconstruir a Miguel Hernández

ENTREVISTA A JOAN MANUEL SERRAT
EL PAÍS, sábado 20 de ferero de 2010.

Joan Manuel Serrat analiza canción a canción Hijo de la luz y de la sombra, su nuevo disco dedicado al poeta -el primero lo grabó en los setenta-. El álbum, que coincide con la celebración del centenario del escritor, sale a la venta el día 23.

Momentos destacados de la entrevista:

"Sólo dedicaré las actuaciones al poeta. Que nadie me pida Mediterráneo porque no la voy a cantar".

"Hernández es un poeta transparente. Puedes saber a quién está leyendo en cada momento de su creación".

"No plantea el hambre como una consecuencia, sino como una presencia que configura su identidad".

"Es impresionante porque de la oscuridad se traslada a la luz, es una reafirmación de su libertad".

viernes, 19 de febrero de 2010

FORGES


UN RÍO DE PALABRAS (Agustín Fernández Paz)

La idea se me ocurrió viendo una de esas hojas con anuncios de todo tipo que la gente pega en cualquier sitio visible: "Se ofrece señora para cuidar niños", "Sacamos a pasear tu perro" y cosas así. Es fácil distinguirlas, pues por la parte inferior el papel está cortado formando tiras donde aparece el teléfono al que se puede llamar.
Pensé en hacer algo parecido cuando leí uno de esos libros que me conmueven y me devuelven la alegría de vivir. Al acabarlo, me asaltó otra vez el deseo que siempre siento en esos casos: telefonear a los amigos, salir a gritar en medio de la calle, proclamarlo a todo el mundo. Decirle a la gente que no puede seguir viviendo sin leer un libro así, hay demasiada belleza en él para ignorarlo.
Poco después me encontraba delante del ordenador, copiando a un buen tamaño las primeras líneas de aquella narración que me había tenido absorto en los días anteriores:

"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo hablaría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo".

Imprimí veinte hojas, en papel de color. Recortar las tiras a mano fue un trabajo laborioso, pero valió la pena. En ellas, en vez de teléfono, escribí el título del libro y el nombre de su autor. Después pegué las hojas por todo el barrio, antes de marchar para el trabajo. Al volver, lo primero que hice fue recorrer los lugares donde había dejado los papeles. ¡Mi alegría fue enorme, pues la mayor parte de las tiras aparecían cortadas!

Animado por el éxito, decidí probar de nuevo. Esta vez elegí las líneas iniciales de uno de esos libros que releo con emoción cada cierto tiempo:

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".

Pronto pude comprobar que los tickets de mis textos desaparecían al poco tiempo de distribuirlos. ¡El sistema funcionaba! Seguí colocando nuevas hojas, siempre con un resultado semejante. Cuando llegué a la décima, decidí hacer algo especial. Elegí un papel de mayor calidad y seleccioné el comienzo de un libro que nunca había podido olvidar:

"Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto".

Al día siguiente, cuando salí a colocar mis carteles, descubrí con asombro que alguien había pegado otros semejantes. Sentí una emoción irrefrenable, mayor aun cuando comprobé que aquella anónima persona se había atrevido con la poesía:

El amor está en lo que tendemos
(puentes, palabras).
El amor está en todo lo que izamos
(risas, banderas).

Los versos tuvieron una recepción extraordinaria, pues los tickets volaron con más rapidez que otras veces. ¡Me sentía exultante! Ahora sabía que cerca de mí había una persona dispuesta a compartir la emoción que ella también sentía ante algunos libros.

Claro que la sorpresa mayor la tuve el siguiente lunes. Cuando salí de casa con la intención de colocar las hojas de un nuevo texto, me encontré con que había papeles de colores por todas las paredes. El barrio entero estaba inundado de textos magníficos, y de tickets que colgaban tentadores bajo ellos, como los frutos maduros de árboles exóticos.

No sé si este milagro durará siempre o será solo una pasión de otoño que desaparecerá con la llegada de la lluvia ¿Quién sabe? Quizá esta epidemia se extienda a la ciudad entera, quizá acaben siendo miles las personas que se animen a inundar las calles con ríos de palabras. Y entre ellas, me lo dice el corazón, estará también la mujer que aguardo, ese desconocido amor con quien espero poder compartir todos y cada uno de los días de mi vida.

domingo, 14 de febrero de 2010

¿Son misóginos los cuentos de hadas?

JIMENA: Los hermanos Grimm son unos misóginos, que lo sepas.
MARIO: ¿En qué te basas para decir eso?
JIMENA: ¿Quién era la mala en Blancanieves?
MARIO: La madrasta
JIMENA: Y aquí y en la Cenicienta, y en la Bella Durmiente
MARIO: Jimena, la Bella Durmiente no es de los hermanos Grimm, tú les tienes ojeriza. Y aquí la mala no es la madrastra, es la bruja.
JIMENA: Da igual, la bruja, la madrastra, las malas son siempre mujeres. ¿Ése es el mensaje que le queremos dar a los niños?
MARIO: Bueno, pues no sé, contamos otro cuento. Qué te digo yo, Ricitos de oro. No, ése tampoco, porque al fin y al cabo es una rubia que ocupa la casa de unos osos para beberse su sopa y acostarse en su cama, o sea que tampoco salís muy bien paradas.
Mira, Jimena, yo sé que esto puede sonar un poco ridículo, y más con esto en la mano (una marioneta), pero no lo es, no. Porque sí, vale, a lo mejor son cuentos machistas, si no te digo que no, pero acaban bien y eso hace que te olvides de los problemas. Carlitos y Lucía lo han pasado fatal y necesitan los cuentos y no sólo ellos. Yo creo que Culebra, Sandra, Lucas, todos, e incluso nosotros también necesitamos los cuentos, porque no hay nada malo en pensar que al final el príncipe besa a la princesa y todos son felices, ¿no?



Los protegidos (Capítulo 5)

viernes, 12 de febrero de 2010

Poemas de amor

Ya está cerca el día de San Valentín y no estaría nada mal aprovecharlo para regalar poesía: un beso y un poema. En este slideshare, Poe+ de amor / Poe+ de amor, podéis encontrar 10 poemas de grandes poetas como Amado Nervo, Carles Hayucos de Climent, Federico García Lorca, Aroa Piña, Susana Reyes, Tomás Garcés, Joaquim Brustenga-Etxauri -con un poema visual-, Pedro Salina, Ovidi Montllor, Alejandra Pizarnik y Clementina Arderiu.
Espero que os gusté y os sea útil.

Francisco Ayala



Mi vida es literaria, yo he vivido
literariamente y creo que todos vivimos,
en cierto modo, literariamente, pero sin
saberlo o sabiéndolo; yo lo he sabido.

Mario Banedetti

"Que vengan los de siempre unos u otros
ya nos encontrarán dentro del humo
y aunque sea una pobre libertad
dentro del humo permaneceremos
mientras el tiempo diga todavía".

Federico García Lorca

jueves, 11 de febrero de 2010

Sacalalengua - Fonosimbolismo

Si te ha gustado este vídeo puedes visionarlo al completo en http://www.rtve.es/mediateca/videos/20090909/sacalalengua--nombres-apellidos/581379.shtml?s1=programas&s2=otros-programas&s3=sacalalengua&s4==

Sacalalengua - Juego limpio en una escuela de fútbol

http://www.youtube.com/watch?v=vEkj4peiy2I


Sacalalengua es un programa que se emite los martes en La 1 de TVE. Sacalalengua es un viaje, una curiosidad, un pretexto y una aventura. Pilares, todos, fundamentados en palabras. El programa pretende responder, siempre, con la palabra a las necesidades de conocimiento de los ciudadanos.
La premisa de Sacalalengua es viajar por toda la geografía española para recoger las variedades dialectales y los diversos acentos del castellano, además de abrirse a otras lenguas oficiales.
Todas las semanas una serie de secciones se acercan al lenguaje desde diferentes ángulos. Entre ellas están: etimología, juegos de niños, grandes momentos, la palabra fantasma, vox populi, uvituario, de dónde son.
Además, en alguno de los programas, personajes conocidos de la cultura y el espectáculo como José Mercé, Joaquín Sabina o José Corbacho, entre otros, aportan su visión personal mediante palabras que conocen o utilizan en cada uno de los temas que se traten en el programa.
Durante todo el viaje, se descubren también las palabras que han aportado los inmigrantes.

Puedes ver los programas ya emitidos en http://www.rtve.es/television/sacalalengua/

martes, 9 de febrero de 2010

Las palabras vuelan, lo escrito permanece


Estás a punto de leer un nuevo libro. Recógete, adopta la postura más cómoda: sentado, tumbado, ovillado, acostado. Acostado de espaldas, de costado, boca abajo. En un sillón, en el sofá, en la mecedora, en la tumbona, en el puff, en la hamaca, si tienes una hamaca. Sobre la cama, naturalmente, o dentro de la cama. También puedes puesto cabeza abajo, en postura de yoga. Con el libro invertido, claro. La verdad, no se logra encontrar la postura ideal para leer... Bueno, ¿a qué esperas?. Extiende las piernas, aloja también los pies sobre un cojín, sobre los brazos del sofá, sobre el escritorio, sobre el piano, sobre el globo terráqueo. Quítate los zapatos, primero, si quieres tener los pies en alto, si no, vuélvetelos a poner. T ahora no te quedes ahí con los zapatos en una mano y el libro en otra. Regala la luz de modo que no fatigue la vista. Hazlo ahora, porque cuando te hayas sumido en la lectura ya no habrá forma de moverte.


Si una noche de invierno un viajero


Italo Calvino

Un millón de libros


"Pasó adelante y vio que asimesmo estaban corrigiendo otro libro; y preguntando su título, le respondieron que se llamaba la Segunda parte del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, compuesta por un tal Avellaneda, vecino de Tordesillas.
-Ya yo tengo noticia deste libro –dijo don Quijote-, y en verdad y en mi conciencia que pensé que ya estaba quemado y hecho polvos, por impertinente; pero su San Martín se le llegará, como a cada puerco; que las historias fingidas tanto tienen de buenas y de deleitables cuanto se llegan a la verdad o la semejanza della, y las verdaderas, tanto son mejores cuanto son más verdaderas".

Quijote II
Capítulo Sexagésimosegundo

viernes, 5 de febrero de 2010

ELVIRA LINDO (OPINIÓN)

Y LA CENA ESTABA CALIENTE

03/01/2010
Hubo un tiempo en que a los editores de libros infantiles se les empezó a poner cara de pedagogos y dejaron de pensar en lo que podía agrandar la imaginación de los niños para exigir que se escribieran cuentos saludables para esos seres delicaditos que no sabían nada de la vida. Hablamos de corrección política como si fuera una cosa de ahora pero los autores infantiles llevan sufriendo censuras desde hace décadas. Por fortuna, los espíritus rebeldes siempre esquivan las odiosas reglas. Maurice Sendak fue uno de esos seres que dibujó y escribió aquello que le pedía el corazón. Una de estas tardes lluviosas me metí en el cine para ver la versión que se ha hecho de ese clásico de la literatura que es Where the wild things are (Donde viven los monstruos).Siendo en versión subtitulada, todo el público era adulto. Mucha educación bilingüe pero somos incapaces de llevar a un niño de doce años a ver una película con subtítulos. Sigo con el cuento. La historia es muy sencilla; en la película, por supuesto, se extiende, pero conserva toda su fidelidad al libro: un niño rabioso y melancólico, sin que sepamos cuál es el origen de su melancolía, desafía a su madre hasta que ésta le castiga sin cenar; sale corriendo de casa, llega al mar, se monta en una pequeña embarcación y alcanza esa isla donde habitan los monstruos, sus iguales. Pasa un tiempo siendo el rey de los monstruos, desahogando su agresividad, en una especie de fiesta bárbara, divertida y brutal, hasta que la violencia se desata de tal manera que él mismo trata de poner paz, poniéndose en el papel de su madre, echándola de menos y deseando volver a casa. Cuando regresa, la cena le está esperando. Maurice Sendak remata el cuento con una de las frases más hermosas de la literatura infantil: "Y todavía estaba caliente". Este pequeño libro que muestra una fantasía infantil desatada fue muy controvertido cuando se publicó, en 1963. Unos se rindieron a él sin condiciones y otros, los fanáticos de la sobreprotección, alertaron de las pesadillas que los monstruos podían provocar. Sendak contaba con ironía que mientras los pedagogos tachaban el libro de perturbador los niños le enviaban dibujos con monstruos mucho más aterradores que los suyos. "Queremos protegerlos de los cuentos y, sin embargo, nadie les protege de la tele". Cierto, la liga de sobreprotectores ha funcionado con gran eficacia censurando libros en un mundo en el que a diario le llegan al niño mensajes groseros en programas que están de fondo en la vida familiar. Mientras me entregaba sin reservas a la poesía de la película de Spike Jonze, que recomiendo a todos los amantes de monstruos, niños solitarios y madres superadas por la energía de un hijo incontrolable, pensé en ese hombre, Maurice Sendak, que nació en Brooklyn en 1928. En la mente infantil de Sendak rondaban las historias que su padre, un sastre judío polaco, le contaba de la aldea de la que provenían, pero también latía en su corazón la pasión por Fantasía, la arrebatadora película de Disney que él disfrutó a los doce años y que la progresía europea tildó durante décadas de reaccionaria. De fondo, ese Manhattan que al otro lado del East River se le presentaba como un sueño de prosperidad. Todos esos universos están en él, con su crueldad y su dulzura. El sarcasmo de los cuentos judíos de la vieja Europa, el retrato severo del abuelo que presidía el comedor y al que el niño Maurice consideraba Dios y Mickey Mouse. La imaginación compleja de un hijo de inmigrantes en los años de la depresión americana, los recuerdos de cualquier niño de esa época, que él, con enorme talento, tradujo en ilustraciones. De esa mezcla poderosa del viejo y el nuevo mundo se nutrió su fantasía. "Un artista", dice Sendak, "ha de ser salvaje y desordenado, ha de tener una vena de su infancia abierta y viva que le confiera un don especial". Absurdamente, el adulto suele relegar el mundo de la fantasía a los niños, así que de no trabajarla, la capacidad de imaginar se pierde. En la generación de mi padre, por ejemplo, muchos hombres despreciaban la ficción, la consideraban un entretenimiento de mujeres. Cuando esos hombres se han hecho ancianos y han relajado su defensiva masculinidad vuelven a entregarse a la ficción como cuando eran niños, y son capaces de disfrutar de series de la tele o de novelas. Es un fenómeno tan frecuente que debería estudiarse. También me sorprende que a estas alturas haya intelectuales que practiquen una tendencia machacona a denostar la ficción contraponiéndola al ensayo. Me parece una negación inaudita del disfrute y de la evocación. Prefiero una mente desprejuiciada como la de Sendak, el anciano salvaje y desordenado que consiguió vivir sin renunciar a sus fantasías. Y me gusta ser una más de estos adultos que se han refugiado una tarde lluviosa en el cine para aprender algo de esta pequeña historia. Yo soy ese niño que a veces quiere viajar a donde viven los monstruos, y quiere protestar, morder, sacar su lado salvaje, hasta que, de pronto, se da cuenta de que en el desfogue de la barbarie siempre hay alguien que termina herido. Yo soy también la niña que saciada de aventuras quiere volver a casa donde alguien que te quiere te mantiene la cena caliente.

Un poco de historia de Haití


Cuadro del pintor haitiano Jacques Enguerrand GOURGUES

En 2004, el periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano escribía un interesante artículo a propósito de Haití, que entonces era actualidad a causa de un sangriento golpe de Estado (sólo las tragedias hacen que es este país caribeño deje de ser invisible ante occidente). Galeano desvela de manera breve y clara cómo la historia de Haití, una nación de antiguos esclavos, es la historia de una tierra que en 200 años no ha podido desprenderse de una forma más moderna de esclavitud, la de los poderosos, la de los bancos y la de la indiferencia de un mundo que sólo se conmueve con una buena dosis de cadáveres por televisión.

LA MALDICIÓN BLANCA (Eduardo Galeano)

El primer día de este año, la libertad cumplió dos siglos de vida en el mundo. Nadie se enteró, o casi nadie. Pocos días después, el país del cumpleaños, Haití, pasó a ocupar algún espacio en los medios de comunicación; pero no por el aniversario de la libertad universal, sino porque se desató allí un baño de sangre que acabó volteando al presidente Aristide.

Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor. Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud.

Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití. Desde hace dos siglos, sufre desprecio y castigo. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo; y decía que había que “confinar la peste en esa isla”. Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones. Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud. Fue el último país en el mundo.

Haití ha vuelto a ser un país invisible, hasta la próxima carnicería. Mientras estuvo en las pantallas y en las páginas, a principios de este año, los medios trasmitieron confusión y violencia y confirmaron que los haitianos han nacido para hacer bien el mal y para hacer mal el bien.

Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental. Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del Africa. El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos.

De la maldición blanca, no se habló.

La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado:

—¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias?

—El anterior.

—Pues, que se restablezca.

Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados.

Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron “la deuda francesa”. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte. A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos.

A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad.
Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar.

En realidad, las colonias españolas que habían pasado a ser países independientes seguían teniendo esclavos, aunque algunas tuvieran, además, leyes que lo prohibían. Bolívar dictó la suya en 1821, pero la realidad no se dio por enterada. Treinta años después, en 1851, Colombia abolió la esclavitud; y Venezuela en 1854.

En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho. No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública.
La misión civilizadora concluyó en 1934. Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, fabricada por ellos, para exterminar cualquier posible asomo de democracia. Lo mismo hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana. Algún tiempo después, Duvalier fue el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo.

Y así, de dictadura en dictadura, de promesa en traición, se fueron sumando las desventuras y los años.
Aristide, el cura rebelde, llegó a la presidencia en 1991. Duró pocos meses. El gobierno de los Estados Unidos ayudó a derribarlo, se lo llevó, lo sometió a tratamiento y una vez reciclado lo devolvió, en brazos de los marines, a la presidencia. Y otra vez ayudó a derribarlo, en este año 2004, y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe.

Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras. País sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros. Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios.

Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional.

En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso.
Al otro lado, está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes.

En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares.

Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente.

Días de Reyes Magos (Emilio Pascual)


Uli (Ulises) sufre en su casa y también en el Instituto y decide escaparse. En plena crisis adolescente encuentra la ayuda de su amiga Cali (Calipso, lista y guapa y buena) y de un ciego (Anónimo) que le enseña a leer y querer los libros. Esta amistades producen un milagro en Uli.
La novela habla de una historia de amor y amistad, del conflicto entre padres e hijos, del amor a los libros y de muchas cosas más. No sermonea pero da muchas lecciones.

Desde mi punto de vista, el hecho de que el protagonista sea un adolescente no quiere decir que se trate de literatura juvenil. Pienso que quizá sea interesante y disfruten más de ella lectores más adultos.

POSIBLE ACTIVIDAD PARA 4º ESO: Al hilo de la lectura, ve anotando aquellas frases o fragmentos de cada uno de los capítulos que despiertan en ti alguna reflexión. Cuando hayas concluido el libro, revisa tus anotaciones, elige una cita de cada capítulo y coméntala.
Para abrir boca, aquí tienes una muestra:

"Yo hablaba poco con mi padre. Puedo deducir que él lo intentó en vano algunas veces, pero nadie puede llegar al corazón a través de una puerta blindada" (cap. 2, 26).

"Hay tres clases de libros: los que no has leído ni hace falta que los leas; los que empezaste a leer una vez por equivocación y no tuviste el valor de abandonar en la página merecida, y los lees y relees como quien visita al amigo o a la amada" (cap. 5, 65)

"Los padres están hechos para desaparecer. Es su obligación" (cap. 10. 114)

La ciudad gris (Daniel Hernández Chambers)


En la ciudad donde vive Miguel hay bombardeos y gente que muere asesinada. También hay personas que viven con miedo y en silencio. El protagonista de esta historia pertenece a este grupo de personas; y mientras crece, además de vivir la Guerra Civil y la posguerra, también vivirá intensamente el amor y la amistad.

Se trata de una bella historia realista sobre cómo afecta una guerra a las personas que nada tienen que ver con ella. Me parece una novela muy buena para trabajarla en 4ºESO con el fin de ubicar en ella a los autores del 27. Si es posible, se podría eleborar un taller conjunto con el departamento de historia para tratar la misma novela desde varias perspectivas.

LA CATEDRAL (César Mallorquí)

Chico de 14 años, imaginero y aprendiz de constructor, hijo de constructor. Su padre le manda a Inglaterra para construir una catedral que resulta ser de una secta satánica que quiere despertar a Lucifer (realmente su padre sabe la finalidad del viaje pero no se lo dice para no asustarle). Finalmente, él y sus amigos (dos templarios, el constructor oficial y un judío) consiguen acabar con la secta.
Personalmente, no me gusta como trata el tema de igualdad de géneros ya que todos los protagonistas son hombres, aunque esto también puede servir como excusa para introducir nosotros el tema en clase y trabajarlo. Solamente aparece un personaje femenino cuyas intervenciones quedan un poco tópicas en cuanto al papel de la mujer: una chica de catorce años que tiene como único objetivo en su vida casarse con un constructor rico y además es salvada por el chico cuando la secta satánica intenta ofrecerla como sacrificio a Lucifer.
Eso sí, puede servir para trabajar también con la asignatura de Historia (Edad Media), con Plástica o Dibujo por el tema de la catedral y la imaginería…

EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA (Jordi Serra i Fabra)

Soledad es una profesora de lengua desesperada ante el desinterés de sus alumnos adolescentes por aprender y, en concreto, por la lectura. Frustrada, triste y cansada de esforzarse para motivarles, sin obtener resultados, dirige una carta muy singular a sus alumnos, donde les anuncia que asesinará a uno de ellos a no ser que den con su paradero y la detengan. Para ello, tendrán que resolver una serie de pruebas.
Ana, Gaspar y Tasio, que aprecian a su profesora, deciden aceptar el reto.
Esas pruebas son, naturalmente, juegos lingüísticos y literarios; tendrán que resolver crucigramas, sopas de letras; aprenderán a componer palíndromos, pangramas, bifrontes... Tendrán que leer a Quevedo, imitar a Lope y enfrentarse a Kafka. Pero lo lograrán. Y con ello no solo evitarán el asesinato, sino que además encontrarán un verdadero
tesoro, el que se oculta entre las páginas de los libros de la biblioteca infinita con la que todo lector —y ellos ahora lo son— sueña, porque —dice la profe—: «¡La cultura es absorber la vida, aquí dentro y ahí fuera, estar abiertos a todo, no pasar de nada, tener curiosidad, y por encima de todo leer y leer, para ser felices, aprender, entender las cosas, hacer que el cerebro de engrase!».

Este libro es del mismo tipo que El asesinato del profesor de Matemáticas: más que leerlo en clase, yo lo propondría para hacer una gimkana en el instituto en alguna semana cultural o algún evento de ese tipo, o incluso para un taller de lengua de 1ºESO. Es decir, trabajaría solamente las pistas y pruebas que aparecen en el libro sin llegar a leerlo entero.